En noviembre de 2020 probé la ginebra por primera vez en mi vida. No podría dar una explicación sensata por que tomé esta decisión a los 44 años, pero lo que importa es que ocurrió. Gracias a esta experiencia y a una popular serie británica (PB) hacer mi propia ginebra parecía una idea cada vez mejor.

Leí y aprendí mucho sobre la historia de la ginebra, de las especias más comunes de la ginebra y de las tecnologías de destilación. Y como le pasó a Arquímedes con la idea de la flotabilidad según la leyenda, también fue en la bañera donde se me ocurrió la receta de mi propia ginebra.

Con la ayuda de unos voluntarios valientes que estuvieron probando mi ginebra sin escatimar esfuerzos (bueno, hubo algunos que no la tomaron en cantidades de degustación) pasé del „bastante bebible” al „esto ya …está bueno”. Le mandé una muestra a un profesional inglés que junto a sus compañeros me envió una opinión muy detallada y me recomendaron firmemente que presentara mi ginebra a competiciones internacionales.

Fue entonces cuando me di cuenta de que lo que había empezado siendo un pasatiempo se había convertido en algo mucho más serio. Seguí perfeccionando la receta y la presenté a Las Vegas World Spirit Awards donde gané una medalla de plata y, en la World Gin Awards, la de oro. O sea, no yo, sino mi ginebra, la Misi’s Gin.